lunes, 27 de agosto de 2012

Ocean

¿Que más traes contigo,
que tu ombligo y su verdugo?
más su jugo y un embudo,
en un mundo a rebalzar

Del polvo vienes,
y aunque de oro arapos llenes,
desnudo un dia acabaras por naufragar,
entre polvos de un oceano,
que seco, y sin verdugo.
será tu ombligo en la Unidad,
cuando te toque reencarnar.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Viaje a Ixtlan. Carlos Castaneda.

-Ponerse fuera del alcance significa que evitas, a propósito, agotarte a ti mismo y a los otros. -prosiguió él-.Significa que no estás hambriento y desesperado, como el pobre hijo de puta que siente que no volverá a comer y devora toda la comida que puede, -Definitivamente, don Juan golpeaba debajo del cinturón. Reí y eso pareció complacerlo. Tocó levemente mi espalda.-Un cazador sabe que atraerá caza a sus trampas una y otra vez, así que no se preocupa. Preocuparse es ponerse al alcance, sin quererlo. Y una vez que te preocupas, te agarras a cualquier cosa por desesperación; y una vez que te aferras, forzosamente te agotas o agotas a la cosa o la persona de la que estás agarrado.Le dije que en mi vida cotidiana la inaccesibilidad era inconcebible. Me refería a que, para funcionar, yo tenía que estar al alcance de todo el que tuviera algo que ver conmigo.-Ya te dije que ser inaccesible no significa esconderse ni andar con secretos -dijo él calmadamente-.Tampoco significa que no puedas tratar con la gente.Un cazador usa su mundo lo menos posible y con ternura, sin importar que el mundo sean cosas o plantas, o animales, o personas o poder. Un cazador tiene trato íntimo con su mundo, y sin embargo es inaccesible para ese mismo mundo.-Eso es una contradicción -dije-. No puede ser inaccesible si está allí en su mundo, hora tras hora, día tras día.-No entendiste -dijo don Juan con paciencia-. Es inaccesible porque no exprime ni deforma su mundo. Lo toca levemente, se queda cuanto necesita quedarse, y luego se aleja raudo, casi sin dejar señal alguna.



martes, 8 de mayo de 2012

comiguechua

Si la ansiedad no fuera el seno que alimenta la mascara, 
quizá esta no existiría.
Quizá la necesidad compulsiva que manipula con la elasticidad de la propia forma desaparesería.

El servicio que brinda lo paga el ojo, 
que a sabiendas y en contra de sus objetivos sueña, proyecta, imagina, 
condenado a ver lo que no puede ocultar. 
Anticipandose, alejandose, separandose cada vez mas del instante en el que respira, 
olvidando el sabor de su propio jugo, 
y olor de la salvia del arbol del que alguna vez fue parte.